El Cambio Climático
y su significado para Venezuela
El conocimiento público del problema del cambio climático a escala global se ha incrementado significativamente desde el año pasado. Ello se debe fundamentalmente a dos razones: en primer término, la difusión que ha tenido el Cuarto Informe de Evaluación del Cambio Climático elaborado por el Panel Intergubernamental de Expertos de Naciones Unidas (IPCC) que ofrece los conocimientos científicos más actualizados acerca de este problema y luego, la decisión del Comité Noruego del Premio Nobel de llamar la atención del mundo acerca de la amenaza del calentamiento global, al otorgar el lauro de la Paz del 2007 al Panel y a Al Gore.
En nuestro país, comparativamente, el conocimiento público que se tiene del cambio climático y sus consecuencias es limitado. Esto lo he podido observar en las numerosas conferencias que he tenido la oportunidad de ofrecer a distintos públicos académicos, empresariales y público en general, en diversas ciudades. Ello no significa que no exista interés, pues las preguntas y reacciones de los asistentes a las conferencias han sido considerables y signadas por la avidez de saber más acerca del tema. Podría decirse que no ha habido una difusión bien organizada del tema en el país. Es también probable que otros problemas urgentes que enfrentamos los venezolanos, tales como la inseguridad y el elevado costo de la vida hayan hecho que el cambio climático sea ignorado o subestimado, tanto pública como oficialmente.
Ello, es un error, pues las amenazas climáticas que habremos de enfrentar y sus consecuencias no se circunscriben a la alteración de algunos ecosistemas, los incrementos de temperatura estimados para Venezuela en las próximas décadas, conforme a los resultados que arrojan los modelos de simulación del clima, tendrán serias consecuencias sobre el bienestar económico y social de buena parte de los venezolanos, porque la salud humana, así como los recursos de agua, la producción de alimentos, los ecosistemas costeros y los asentamientos humanos son muy sensibles a las variaciones del clima, y se van a ver afectados. El cambio climático representa una carga adicional sobre todos estos elementos que actualmente ya se ven intervenidos adversamente tanto por la demanda creciente de recursos naturales, como por el uso de prácticas inadecuadas de manejo y por la contaminación ambiental.
Venezuela, con alta vulnerabilidad
Este es un asunto de particular importancia para Venezuela por tratarse de un país muy vulnerable ante el cambio del clima. Algunos de los factores que determinan esta vulnerabilidad son: el hecho que 60% de la población se asienta en el arco montañoso andino-costero de clima semiárido y subhúmedo-seco, y es dependiente de embalses para el abastecimiento de agua, cuya recarga depende del régimen de lluvias.
Por otra parte, la producción agrícola nacional es principalmente de secano y muy susceptible a las variaciones de la distribución estacional de las lluvias, adicionalmente los cultivos pueden verse expuestos a otros efectos secundarios del cambio climático como son la mayor incidencia de incendios por la sequía y la proliferación de plagas por el aumento de la temperatura. Mientras, la producción animal, que se realiza en zonas que ya son bastante calurosas, es susceptible de mortandades ante ligeras olas de calor adicional.
A su vez, los eventos extremos de precipitación han demostrado ser particularmente graves en zonas montañosas proclives a deslaves, derrumbes y deslizamientos de tierra, con la particularidad de que en general son los más pobres, quienes viven en frágiles construcciones improvisadas en estas zonas, los más vulnerables a tales situaciones. Asimismo, la reducción de las precipitaciones en la cuenca del río Caroní pudiera convertirse en un problema a escala nacional debido a que ello puede ocasionar una caída del nivel de agua de los embalses allí construidos, reduciendo la capacidad de las centrales hidroeléctricas que suministran el 70% de la energía eléctrica del país.
No menos importante será el efecto del calor sobre la salud de las personas, que afectará a las comunidades no solo por la morbi-mortalidad de las olas de calor, sino por la extensión geográfica de enfermedades infecciosas y transmitidas por vectores (mosquitos, garrapatas), tales como el dengue (cuyo número de casos se ha incrementado durante los últimos años) malaria, cólera y giardiasis, así como el asma y las alergias. El impacto de este efecto es difícil de cuantificar, por cuanto estos problemas de salud también dependen de muchos otros factores tales como las condiciones sanitarias, de nutrición y disponibilidad de asistencia médica entre otros.
Las infraestructuras localizadas en algunas de nuestras costas también pueden verse afectadas por el incremento del nivel del mar con el avance del deshielo de los polos: si tal aumento llega a ser del orden de 0,5 metros, este seria el caso de la costa oriental del Estado Falcón, la costa entre Cabo Codera y la Laguna de Tacarigua y, en menor medida, las inmediaciones de Barcelona, Puerto la Cruz y Guanta, y la Bahía de Juan Griego en Nueva Esparta, donde ya se observa un retroceso de la línea de costa. Otras regiones, como el Delta del Orinoco no han sido suficientemente estudiadas, pero es bien conocido que la ciudad de Tucupita esta apenas a un metro sobre el nivel de las aguas. La afectación de ecosistemas costeros, tales como los manglares, corales y humedales puede representar pérdidas de biodiversidad, de producción pesquera y de oportunidades para el desarrollo del turismo.
Medidas de Prevención
Ante estas perspectivas, es importante que oportunamente se adopten medidas que permitan anticiparse a los problemas. Entre estas medidas están aquellas que previenen el mal uso y despilfarro de recursos naturales, principalmente del agua, evitar que se sigan asentando comunidades en áreas susceptibles de inundación, deslaves y terrenos inestables e ir desalojándolas de aquellas áreas vulnerables que actualmente están ocupadas, fortalecer los establecimientos de salud, mejorar los planes de contingencia ante las emergencias, mejorar las infraestructuras de suministro de agua, propiciar el reciclaje del agua, desarrollar nuevas variedades de cultivos, adaptar los periodos de siembra a los cambios en las precipitaciones, incorporar biotecnologías que mejoren la productividad en el sector agrícola, mejorar los sistemas de riego, re-localización o protección mediante diques y barreras de las infraestructuras costeras importantes bajo riesgo, entre muchas otras.
Se trata de decisiones que requieren de un orden de prioridad, por su demanda de recursos financieros y tecnológicos, y cuyo establecimiento requiere de un conocimiento más preciso de los impactos del cambio climático en cuanto a su ocurrencia temporal y localización geográfica, lo cual resalta la importancia de reforzar las mediciones del clima en todo el territorio nacional, implantar sistemas de alertas tempranas de manifestaciones climáticas extremas y estimular al sector ciencia y tecnología para impulsar la investigación y desarrollo relativa al cambio del clima, vulnerabilidades regionales y formas de contrarrestarla.
La puesta en práctica oportuna de estas acciones ayudará a aminorar las consecuencias sociales, económicas, de salud y las migraciones de poblaciones rurales y costeras por los efectos del cambio climático. Se requerirán esfuerzos de corto y largo plazo, a ser respaldados por una política nacional de cambio climático que aun no tenemos, pero que mas temprano que tarde debe ser adoptada y que deberá estar sustentada mediante la difusión del tema, la educación, creación de conciencia y promoción de la participación pública, tal como ya lo están haciendo numerosos otros países.
Dr. Juan Carlos Sánchez M. Escuela de Ingeniería Sanitaria y Ambiental. Facultad de Ingeniería. Universidad Central de Venezuela. Caracas.
Autor-Líder del Panel de Expertos en Cambio Climático de Naciones Unidas.
Agosto 2008
En nuestro país, comparativamente, el conocimiento público que se tiene del cambio climático y sus consecuencias es limitado. Esto lo he podido observar en las numerosas conferencias que he tenido la oportunidad de ofrecer a distintos públicos académicos, empresariales y público en general, en diversas ciudades. Ello no significa que no exista interés, pues las preguntas y reacciones de los asistentes a las conferencias han sido considerables y signadas por la avidez de saber más acerca del tema. Podría decirse que no ha habido una difusión bien organizada del tema en el país. Es también probable que otros problemas urgentes que enfrentamos los venezolanos, tales como la inseguridad y el elevado costo de la vida hayan hecho que el cambio climático sea ignorado o subestimado, tanto pública como oficialmente.
Ello, es un error, pues las amenazas climáticas que habremos de enfrentar y sus consecuencias no se circunscriben a la alteración de algunos ecosistemas, los incrementos de temperatura estimados para Venezuela en las próximas décadas, conforme a los resultados que arrojan los modelos de simulación del clima, tendrán serias consecuencias sobre el bienestar económico y social de buena parte de los venezolanos, porque la salud humana, así como los recursos de agua, la producción de alimentos, los ecosistemas costeros y los asentamientos humanos son muy sensibles a las variaciones del clima, y se van a ver afectados. El cambio climático representa una carga adicional sobre todos estos elementos que actualmente ya se ven intervenidos adversamente tanto por la demanda creciente de recursos naturales, como por el uso de prácticas inadecuadas de manejo y por la contaminación ambiental.
Venezuela, con alta vulnerabilidad
Este es un asunto de particular importancia para Venezuela por tratarse de un país muy vulnerable ante el cambio del clima. Algunos de los factores que determinan esta vulnerabilidad son: el hecho que 60% de la población se asienta en el arco montañoso andino-costero de clima semiárido y subhúmedo-seco, y es dependiente de embalses para el abastecimiento de agua, cuya recarga depende del régimen de lluvias.
Por otra parte, la producción agrícola nacional es principalmente de secano y muy susceptible a las variaciones de la distribución estacional de las lluvias, adicionalmente los cultivos pueden verse expuestos a otros efectos secundarios del cambio climático como son la mayor incidencia de incendios por la sequía y la proliferación de plagas por el aumento de la temperatura. Mientras, la producción animal, que se realiza en zonas que ya son bastante calurosas, es susceptible de mortandades ante ligeras olas de calor adicional.
A su vez, los eventos extremos de precipitación han demostrado ser particularmente graves en zonas montañosas proclives a deslaves, derrumbes y deslizamientos de tierra, con la particularidad de que en general son los más pobres, quienes viven en frágiles construcciones improvisadas en estas zonas, los más vulnerables a tales situaciones. Asimismo, la reducción de las precipitaciones en la cuenca del río Caroní pudiera convertirse en un problema a escala nacional debido a que ello puede ocasionar una caída del nivel de agua de los embalses allí construidos, reduciendo la capacidad de las centrales hidroeléctricas que suministran el 70% de la energía eléctrica del país.
No menos importante será el efecto del calor sobre la salud de las personas, que afectará a las comunidades no solo por la morbi-mortalidad de las olas de calor, sino por la extensión geográfica de enfermedades infecciosas y transmitidas por vectores (mosquitos, garrapatas), tales como el dengue (cuyo número de casos se ha incrementado durante los últimos años) malaria, cólera y giardiasis, así como el asma y las alergias. El impacto de este efecto es difícil de cuantificar, por cuanto estos problemas de salud también dependen de muchos otros factores tales como las condiciones sanitarias, de nutrición y disponibilidad de asistencia médica entre otros.
Las infraestructuras localizadas en algunas de nuestras costas también pueden verse afectadas por el incremento del nivel del mar con el avance del deshielo de los polos: si tal aumento llega a ser del orden de 0,5 metros, este seria el caso de la costa oriental del Estado Falcón, la costa entre Cabo Codera y la Laguna de Tacarigua y, en menor medida, las inmediaciones de Barcelona, Puerto la Cruz y Guanta, y la Bahía de Juan Griego en Nueva Esparta, donde ya se observa un retroceso de la línea de costa. Otras regiones, como el Delta del Orinoco no han sido suficientemente estudiadas, pero es bien conocido que la ciudad de Tucupita esta apenas a un metro sobre el nivel de las aguas. La afectación de ecosistemas costeros, tales como los manglares, corales y humedales puede representar pérdidas de biodiversidad, de producción pesquera y de oportunidades para el desarrollo del turismo.
Medidas de Prevención
Ante estas perspectivas, es importante que oportunamente se adopten medidas que permitan anticiparse a los problemas. Entre estas medidas están aquellas que previenen el mal uso y despilfarro de recursos naturales, principalmente del agua, evitar que se sigan asentando comunidades en áreas susceptibles de inundación, deslaves y terrenos inestables e ir desalojándolas de aquellas áreas vulnerables que actualmente están ocupadas, fortalecer los establecimientos de salud, mejorar los planes de contingencia ante las emergencias, mejorar las infraestructuras de suministro de agua, propiciar el reciclaje del agua, desarrollar nuevas variedades de cultivos, adaptar los periodos de siembra a los cambios en las precipitaciones, incorporar biotecnologías que mejoren la productividad en el sector agrícola, mejorar los sistemas de riego, re-localización o protección mediante diques y barreras de las infraestructuras costeras importantes bajo riesgo, entre muchas otras.
Se trata de decisiones que requieren de un orden de prioridad, por su demanda de recursos financieros y tecnológicos, y cuyo establecimiento requiere de un conocimiento más preciso de los impactos del cambio climático en cuanto a su ocurrencia temporal y localización geográfica, lo cual resalta la importancia de reforzar las mediciones del clima en todo el territorio nacional, implantar sistemas de alertas tempranas de manifestaciones climáticas extremas y estimular al sector ciencia y tecnología para impulsar la investigación y desarrollo relativa al cambio del clima, vulnerabilidades regionales y formas de contrarrestarla.
La puesta en práctica oportuna de estas acciones ayudará a aminorar las consecuencias sociales, económicas, de salud y las migraciones de poblaciones rurales y costeras por los efectos del cambio climático. Se requerirán esfuerzos de corto y largo plazo, a ser respaldados por una política nacional de cambio climático que aun no tenemos, pero que mas temprano que tarde debe ser adoptada y que deberá estar sustentada mediante la difusión del tema, la educación, creación de conciencia y promoción de la participación pública, tal como ya lo están haciendo numerosos otros países.
Dr. Juan Carlos Sánchez M. Escuela de Ingeniería Sanitaria y Ambiental. Facultad de Ingeniería. Universidad Central de Venezuela. Caracas.
Autor-Líder del Panel de Expertos en Cambio Climático de Naciones Unidas.
Agosto 2008
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